Distancias de siembra y fertilización ají margariteño
En las áreas donde no se usa riego, las plántulas son
transplantadas al inicio del período de lluvias, 30-40 días
después de la germinación (Marín, 1994). La distancia entre
hileras varía entre 1,0 y 2,0 metros y la distancia entre plantas
de 0,5 a 1,0 metro (Ohep, 1985).
En ensayos de rendimiento realizados en Jusepín, Monagas, se
reportan como más productoras de frutos las plantas
sembradas a una distancia de 80 y 90 cm entre hileras
(Boadas, 1977). Sin embargo, estas distancias dificultan las
labores de fumigación y cosecha a medida que las plantas se
desarrollan.
Otra manera de realizar la siembra es a doble hilera, siendo la
distancia entre dos dobles hileras de 2 metros y entre hilera
doble de 1 metro. De esta manera, es posible realizar todas las
labores necesarias dentro del cultivo y se disminuye el número
de calles a limpiar, basado en que las hileras dobles al cerrarse
impiden el paso de luz, lográndose el control del desarrollo de
las malezas dentro de las hileras dobles.
La fertilización química depende de la concentración de
nutrientes en el suelo y el contenido de sales en el agua de
riego. Sin embargo, es práctica común añadir de 20 a 50
gramos por planta de alguna fórmula completa (15-15-15; 12-
24-12 u otra que contenga NPK, más micronutrientes)
pudiéndose suplementar las demandas nutricionales
adicionales según las deficiencias que señale el análisis de
suelo del área de cultivo y/o los síntomas y signos que se
observen en las plantas.
Quince días después del transplante se sugieren aplicaciones
mensuales con fertilizantes foliares a base de boro, magnesio y
azufre. El ají responde de manera generosa a los aportes de abono
orgánico bien descompuesto (compost), lo cual recomendamos
realizar desde el mismo momento del transplante.
En el Edo. Nueva Esparta, a causa de la poca disponibilidad de
agua para el riego, se recurre al riego por goteo con la aplicación
simultánea de diversos nutrientes necesarios para el crecimiento y
desarrollo de las plantas (fertirriego) en baja concentración pero
frecuente, ya que la planta de ají extiende su producción por varios
meses y solicita del suelo nutrientes de manera sostenida.
Las limitaciones del suelo para el cultivo del ají pueden resolverse
mediante la siembra en bolsas plásticas. Algunos suelos de la Isla
de Margarita presentan características impropias para un desarrollo
adecuado del cultivo, entre estas podemos señalar: excesiva
salinidad, deficiente drenaje y exceso de piedras. En estos casos, se
utilizan bolsas de polietileno de 30 x 50 cm., suministrándose el
agua y nutrientes a través de goteros individuales, según los
requerimientos hídricos y nutricionales que las plantas demanden
por su estado de desarrollo y las condiciones ambientales
predominantes