viernes, 27 de junio de 2014

Ahorro de agua en jardineria


El agua, a pesar de ser un recurso renovable y aparentemente abundante en el planeta, es un
bien escaso en Andalucía, como consecuencia del régimen de precipitaciones propio del clima
Mediterráneo. Por este motivo, su utilización para la práctica de los riegos en jardinería debe ser
llevada a cabo de la forma más eficiente posible, evitando un consumo excesivo.

Un manejo eficiente del agua de riego se puede conseguir mediante la adopción de medidas que
permitan establecer un consumo acorde a las necesidades del jardín. Estas medidas consisten en
el diseño o la delimitación de zonas de requerimientos hídricos similares (hidrozonas), el empleo
de especies poco exigentes en agua, la utilización de aguas residuales depuradas para la
práctica de los riegos, y la mejora de las propiedades del suelo que influyen en su capacidad
de retención de agua y de infiltración, mediante, por ejemplo, la aplicación de enmiendas.

La puesta en práctica de estas medidas permiten el diseño de un jardín eficiente en el uso del
agua, sin entrar en conflicto con la funcionalidad para la cual se diseñe y manteniendo el valor
ornamental del mismo.

El agua es un componente del jardín que forma parte estructural de su función decorativa en
fuentes, surtidores, cascadas o láminas, al tiempo que es un elemento vital para las plantas
que lo componen, ya que entra a formar parte de procesos tan importantes como la nutrición, la
regulación térmica o el transporte de sustancias. Esto hace que el riego sea esencial para el
correcto mantenimiento de los jardines.

En la actualidad son numerosos los jardines, tanto públicos como privados, que se riegan mediante
sistemas tradicionales por superficie o a pie, simplemente utilizando una manguera. En estos
casos la posibilidad de aplicar una cantidad de agua superior a la que realmente necesitan las
plantas para cubrir sus necesidades, y por tanto de que se produzcan derroches de agua, es
bastante elevada. Si al empleo de sistemas de riego poco eficientes, se le une la utilización de
especies con requerimientos hídricos muy elevados, el consumo de agua destinada al
riego de jardines puede alcanzar cifras muy altas, aunque de difícil cuantificación.

Otra causa de un elevado consumo de agua de riego en parques y jardines públicos es el manejo y
estado de conservación y mantenimiento de los equipos que componen los sistemas de riego,
que no es siempre el adecuado, bien por la calidad de dichos equipos o por la antigüedad de los
mismos. En otras ocasiones se originan problemas de uniformidad en el riego, como consecuencia,
entre otros factores, de una mala elección del sistema empleado, o de errores cometidos
durante el diseño de la red que dan lugar, por ejemplo, a solapes inadecuados entre aspersores en
riego por aspersión, o una mala distribución de los emisores en los sistemas de riego localizado.

Si se tiene en cuenta que en la práctica de la jardinería el principal objetivo no es la obtención de
rendimientos, sino la supervivencia de la vegetación y su mantenimiento en unas condiciones
estéticas aceptables, se hace necesaria la adopción de medidas que permitan reducir un
excesivo consumo de agua hacia cantidades que permitan asegurar el mantenimiento de las
plantas en estado óptimo. Entre estas medidas cabe destacar la adopción, siempre que sea posible,
de sistemas de riego con una mayor eficiencia de aplicación; la adecuada determinación de las necesidades hídricas de las plantas que componen el jardín; la realización de los riegos
al atardecer o durante la noche, con la mayor periodicidad posible entre ellos; la práctica del riego
deficitario, consistente en la aplicación de cantidades inferiores a las necesarias, pero suficientes
para la supervivencia de la vegetación, y el diseño de jardines eficientes en el uso del agua.

Otras medidas más drásticas para reducir un excesivo consumo de agua, sobre todo en época de
extrema sequía son:
􀁚 Suprimir el aporte de fertilizantes, ya que la cantidad de agua que la planta requiere es
mayor al fomentarse su desarrollo.
􀁚 Eliminar los frutos, siempre que sea posible, ya que consumen gran cantidad de savia.
􀁚 Emplear antitranspirantes, pulverizados sobre las plantas para disminuir la transpiración.
􀁚 Realizar riegos profundos (disminuyen la evaporación) y espaciados.
􀁚 Realizar podas de reequilibrio.

En lo que a consumo de agua se refiere, las áreas destinadas a campos de golf y de deportes,
merecen especial mención, por tratarse de zonas de césped con necesidades hídricas elevadas.
En estos casos hay que tener en cuenta más que su resistencia a la falta de agua, determinadas
características funcionales y visuales, como textura, color, suavidad, uniformidad, resistencia a enfermedades, capacidad de recuperación, etc. Existen especies de cespitosas resistentes a la
falta de agua, que son útiles en parques y zonas deportivas con poco tránsito, porque tienen una
capacidad de recuperación, en general, lenta. En los casos en que no sea posible su utilización
será necesario hacer hincapié en la instalación de sistemas de riego adecuados, así como en la
frecuencia de los riegos para conseguir una profundidad de raíces óptima.



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