lunes, 20 de octubre de 2014

Cómo crear un huerto en casa

Cómo crear un
huerto en casa?
Usamos recipientes:
El cultivo en espacios urbanos sin suelo
(balcones, terrazas o patios) nos obliga
a usar recipientes para albergar nuestras
plantas. Estos recipientes pueden ser muy
variados; podemos utilizar jardineras, macetas,
mesas de cultivo, recipientes a partir de
materiales reciclados o construirlos nosotros
mismos utilizando bloques, madera u otros
materiales.
El cultivo en recipientes tiene algunas
dificultades, que son fundamentalmente las
siguientes:
Poca profundidad de sustrato, lo cual
puede limitar el desarrollo de algunas
hortalizas, sobre todo en el caso de plantas
de tubérculo o plantas de mucho desarrollo
aéreo y frutos muy grandes como
las sandías. Por ello, debemos elegir hortalizas
adecuadas al cultivo en recipientes,
comenzando por aquellas que ofrecen
menos complicaciones como las lechugas,
los rábanos, la rúcula, los ajos etc.
Dificultades para ajustar el riego. En los
recipientes, el agua se agota con mayor
facilidad, lo cual nos va a obligar a estar
más pendientes del riego. Por otro lado a
veces caemos en un exceso de agua que
puede provocar un lavado de nutrientes
fundamentales para la planta. Por tanto
una de las tareas más importantes y donde
tenemos que ser más precisos es en el
riego, siendo de gran ayuda los sistemas
de goteo.
Los recipientes transmiten la temperatura
exterior al sustrato que albergan de
forma que el sustrato se calienta más en
verano y se enfría más en invierno que
cualquier suelo, dificultando el desarrollo
radicular de las plantas (sobre todo en los
recipientes más pequeños). Para controlar
mejor la temperatura es interesante no
poner los recipientes en contacto directo
con el suelo permitiendo que circule el
aire por debajo, en este sentido son muy
adecuadas también las mesas de cultivo
que además nos van a permitir un manejo
más cómodo.
Estas dificultades las debemos tener
presentes a la hora de planificar y manejar
nuestro huerto urbano, pero no nos van a
impedir desarrollar nuestro huerto de una
forma satisfactoria.
Usamos sustratos:
Para el cultivo en recipientes lo más
adecuado es usar sustratos orgánicos. No
debemos utilizar tierra ya que esta tiene una
mayor densidad y por tanto un mayor peso
(hasta 3 veces más que el sustrato orgánico).
Además los sustratos orgánicos tienen una
mayor capacidad para almacenar agua y nutrientes
lo cual es muy importante teniendo
en cuenta las dificultades mencionadas anteriormente
del cultivo en recipientes.
Podemos decir que un buen sustrato
tiene que tener las siguientes características:
Ser ligero, para permitirnos su manejo
con facilidad y no sobrecargar nuestras
terrazas o balcones.
Tener una adecuada porosidad, que
permita una buena aeración (circulación
del aire que permita la respiración de las
raíces) y retención de agua (que permita
que se cree una reserva de agua en el sustrato
a disposición de las raíces).
Retener nutrientes fundamentales.
Estas 3 características las tienen los
sustratos orgánicos compostados, como el
compost o el vermicompost (residuo orgánico
digerido por la lombriz de California)
que además van actuar como abonos aportando
todos los nutrientes que necesita la
planta. Otra característica fundamental del
compost es que va a servir de alimento a los
microorganismos que se desarrollan en el
sustrato, los cuales van a procesarlo, mejorando
la disponibilidad de nutrientes para la
planta. Además, el compost va liberando los
nutrientes de una forma progresiva, conforme
se va descomponiendo, lo cual permite
que el sustrato disponga de nutrientes durante
un tiempo prolongado.
Existen en el mercado sustratos que no
aportan muchos nutrientes pero que tienen
algunas de las propiedades mencionadas
(ligereza, aeración, retención de agua y retención
de nutrientes) como la fibra de coco
o el sustrato estándar. Por ello puede ser interesante
y más económico componer nuestro
sustrato combinando uno que aporte
buenas condiciones estructurales y otro que
actúe como abono aportando los nutrientes
y las propiedades de la materia orgánica.
Cada vez que acabamos un ciclo de cultivo
y retiramos las plantas, es conveniente
remover el sustrato para evitar la compactación
que éste sufre con el tiempo, mejorando
la porosidad y evitando la formación
de grietas. También es necesario hacer una
nueva aportación de compost o vermicompost
para reponer los nutrientes que se hayan
consumido o lavado.
El agricultor urbano experimentado
puede plantearse como una actividad muy
interesante la realización de compost o vermicompost
casero, utilizando para ellos restos
orgánicos de la cocina y los residuos de
poda del propio huerto. Esta labor nos va a
permitir cerrar el ciclo de la materia y la energía
en nuestro huerto y nos va a aportar un
abono de calidad que podemos utilizar para
reponer nutrientes después de cada ciclo o
como enmienda para los cultivos más exigentes
en nutrientes.
Sistema de riego:
Como se ha mencionado anteriormente,
el riego va a ser la tarea que más tiempo nos
va a ocupar en el huerto y una de las más delicadas.
El cultivo en recipientes requiere un
control más fino de la humedad del sustrato
que nos permita mantenerlo con una humedad
constante, por lo cual debemos de ajustar
muy bien el riego a la época del año y a
las hortalizas que estemos cultivando.
Podemos regar de forma manual, lo cual
será un buen método sobre todo en pequeños
huertos (3 o 4 macetas). Para regar de
forma manual, lo más adecuado es el uso de
la regadera y haciendo el riego poco a poco
para evitar la formación de grietas en el sustrato.
Este es un problema habitual cuando
se aplica el agua demasiado deprisa, que
provoca que el agua se escurra por estas
grietas saliendo por debajo antes de llegar a
empapar de forma adecuada el sustrato.
En el caso de que tengamos un huerto
relativamente grande y sobre todo si en la
época de verano recibimos mucha insolación,
es de gran ayuda la instalación de un
sistema de riego por goteo con programador.
Este sistema nos va a permitir controlar
el caudal de riego y la frecuencia de una
forma más exacta, aportando al sustrato
el agua que necesita, sin malgastarla y sin
provocar excesos de riego que suponen el
lavado de nutrientes fundamentales. Para
instalarlo, conectamos a la salida del grifo
el programador que abre y cierra el grifo en
función de lo que nosotros le marquemos
(normalmente tienen 2 variables: frecuencia
de riego y duración de cada riego), a continuación
del programador es necesario conectar
un reductor de presión que disminuye
la presión del agua de la red, haciéndola
adecuada a la presión recomendada para los
goteros. Por último también es interesante
colocar un filtro que retenga la cal y otras
impurezas del agua evitando la obstrucción
de los goteros.
En el caso de no disponer en nuestro
balcón o terraza de una toma de agua, podemos
optar por montar el riego a partir
de un depósito, el cual lo colocaremos en
altura para permitir que el agua circule por
gravedad. También existe la posibilidad de
disponer de un depósito que recoja el agua
de lluvia conectado a la bajante de aguas
pluviales, aprovechando de esta forma este
agua que es de mejor calidad que la del grifo.
Por último comentar la opción de las
jardineras con autoriego, que disponen de
un depósito de agua en la parte baja que
mantiene húmedo el sustrato permanentemente.
Este sistema puede dar buenos resultados
sobre todo en las hortalizas menos
exigentes con el agua.
Cualquiera de los sistemas de riego mencionados
puede ser bueno, aunque su buen
funcionamiento dependerá de que el sustrato
sea de buena calidad y esté bien estructurado,
ya que esto permitirá que al regar el
agua tenga una buena distribución en horizontal
y no tanto en vertical. Si la estructura
del sustrato no es la adecuada el agua tiende
a filtrarse por las grietas que se forman y
acaba perdiéndose por debajo del sustrato,
antes de empaparlo adecuadamente.
Semillas y plantones:
Una vez tenemos claro el espacio que
vamos a emplear para nuestro huerto en
casa, tenemos los recipientes, el sustrato y el
sistema de riego, sólo nos queda conseguir
las plantas que vamos a cultivar.
La mayor parte las hortalizas las vamos
a obtener a través de semillas (reproducción
sexual), aunque también hay algunas que se
cultivan a partir de partes de planta (reproducción
asexual), como es el caso de los ajos
o de las patatas. Las semillas las podemos
conseguir en tiendas especializadas donde
encontraremos las marcas comerciales, que
pueden sernos útiles, aunque tienen como
inconveniente el hecho de que son variedades
genéricas que no están adaptadas específicamente
al clima de nuestra zona. Cada
vez más podemos encontrar en el mercado
semillas ecológicas e incluso variedades
locales, lo cual es muy interesante desde
el punto de vista de la adecuación al clima
de nuestra zona y también por el hecho
de poder producir variedades que no encontramos
normalmente en los mercados,
rescatando sabores del pasado. Por último
existe otra opción para conseguir semillas
que es el intercambio con otros agricultores,
en este sentido cada día son más habituales
los jornadas de intercambio que organizan
diferentes colectivos. En una fase avanzada
de nuestra experiencia como agricultores
urbanos podemos plantearnos también la
obtención de semillas de nuestros propios
cultivos, seleccionando aquellas plantas
más vigorosas y que mejores cosechas han
producido.
Otra opción para comenzar el cultivo
de hortalizas puede ser conseguir plantel
en comercios especializados. Cada vez son
más los viveros cercanos a las ciudades que
ofrecen plantel (sobre todo en primavera)
debido al aumento importante de aficionados
al huerto en casa. Esta es una opción interesante
para aquellos que se inician en el
cultivo ya que, aunque no vemos la primera
parte del ciclo de la planta, simplifica bastante
las tareas del huerto.
Poco a poco, conforme vayamos adquiriendo
experiencia, podemos ir combinando
el uso de semillas y plantones, incluso
ser capaces de obtener y conservar nuestras
propias semillas e intercambiarlas con otros
agricultores, buscando las variedades locales
e incluso haciendo una tarea de recuperación
de aquellas variedades tradicionales
que están en peligro de extinción.

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